jueves, 15 de octubre de 2009

En sueños

Sonó el despertador, con su melodía más estridente. Un brazo surgió de debajo de un edredón blanco. La melodía calló de golpe.

El perro se subió a la cama, dio tres vueltas alrededor de sí mismo antes de tumbarse, hecho un ovillo, encima de sus piernas.

- Maldito perro.- gruñó una voz somnolienta.

Empujó el edredón de un golpe, destapándose ella y tapando al perro, que ni se inmutó. Sentada al borde del colchón sintió como de la espalda surgía un chasquido. Estiró los dedos de los pies sobre la alfombra, alzó los brazos por encima de su cabeza y bostezó. El perro levantó la cabeza.

- Estoy cansada Chucho, culpa tuya, que lo sepas.

El perro ladeó la cabeza y levantó la oreja.

Se dirigió a la cocina, hacía unos meses que se había comprado una cafetera automática, con reloj, que se ponía en marcha a las ocho de la mañana, así el olor del café recién hecho era un incentivo para levantarse.

- Café, café, café.- tarareó mientras se frotaba los ojos para quitarse las legañas. Después se sirvió el café en una taza, añadió sacarina y leche. Bebió todo el contenido sin respirar. Se sirvió otra taza.

El vecino de enfrente subió las persianas de su habitación, la de arriba puso la radio y el de al lado se enjuagaba la lengua con gárgaras. Las paredes eran de papel. Por la noche se oía la tele, la música y los ronquidos de los demás. Salvo los de ella.

Era por las noches, cuando Chucho la despertaba en sueños, convertido en un enorme lobo gris. Cuando corría descalza por los prados. Cuando vivía.

Se acordó de algo y se miró el brazo. Ahí seguía la herida, alargada, con sangre seca, profunda y dolorosa.

Sonrió.

1 comentario:

  1. ¿Es tu primer relato? O.o Me dejaste intrigado.

    Puedo entender ahora lo de los sueños que tienes... y espero que Muski le trates mejor, je je.

    Fuera de broma, en poco dices mucho, y con mucha intensidad. Lo de evadirse de la anodina realidad en nuestra fantasía onírica es tan tentador...

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