lunes, 19 de octubre de 2009

En sueños...

Por fin podía estrenar el abrigo. El frío la despabiló de golpe, mientras el perro olisqueaba un árbol marcado con el olor de otros. Bostezó tapándose la boca con el pañuelo que llevaba enrollado al cuello. No se había peinado el pelo ni se había lavado la cara, las urgencias del perro hicieron que se vistiese apresuradamente, sin pensar.

Aún sentía el cuerpo magullado. Su mente ya no distinguía si había descansado o no, pero sabía que pronto no aguantaría el cansancio. En algún momento debería elegir entre los sueños o esa realidad difusa del café mañanero.

Anoche Chucho era un lobo, un gran lobo grisáceo, de enormes colmillos blancos. Anoche ella era un hada, de alas abiertas y vaporosas, de espada en mano, de mirada fiera. Y cómo la gustaba….

Si pudiese conseguir no despertar nunca….

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