jueves, 11 de marzo de 2010

La triste leyenda de...

El que en unos años será Sir Roy Wolfman, pero que ahora es un niño imberbe, se encuentra en su paseo matinal con una figura femenina que, en la lejanía, parece sola y perdida.

Frena su montura y se acerca curioso a esa criatura de cabellos largos y piel azulada, que mira con los ojos abiertos de par en par, temerosa, como agazapándose esperando para atacar.

Él tiende su mano, espera y cuando ella se acerca la sujeta en un abrazo. Murmura que no la va a hacer daño. La ayuda a montar sobre el caballo y galopa a su castillo. Atrás queda el enorme bosque.

La agasaja y la cubre de bondades, la presenta en su pequeña corte, pero a nadie acaba de convencer su extraño color, sus orejas puntiagudas, ni su mirada penetrante, tampoco habla y si lo hace no es para halagar a nadie.

Suben a lo alto de la torre, allí la desnuda, ahora es suya. A cambio la regala los aposentos más altos de la torre. A lo lejos la guerra se acerca y él debe marchar, cuando lo hace la encierra desde fuera allí en lo alto.

Pasan los años entre idas y venidas a la guerra, le crece la barba, ella le da tres hijos: Amor, Fidelidad y Confianza.

Un aciago día él sube a la torre, agarra entre sus manos los cuellos de los hijos y los mata. Nadie sabe por qué, quizá fue por amor a otra mujer, por amor a sí mismo, o por locura. Ella huye, sube las últimas escaleras de la alta torre. Él la persigue no pretende matarla también, se le nublan los ojos de lágrimas… ¿qué ha sucedido?.

Posa los pies desnudos sobre la fría piedra de la almena, mientras Sir Roy se acerca. Ella se lanza al vacío, cae y muere.

Siglos después, la leyenda se transformará, las gentes de aldeas vecinas acoplarán nuevos y distintos cuentecillos de por medio, pero todos conocerán la historia como “La triste leyenda de Sir Roy, el de corazón de pez”

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