lunes, 29 de agosto de 2011

Noches de feria


Hace fresco porque el otoño ya nos acecha, aunque todos salen a la calle, algunos incluso sin chaqueta. Se oyen los gritos de los niños, las risas, el ruido de las tombolas, la música estridente. Nos llega el olor de fritanga, de dulce caramelo, de gofre y hamburguesa. Nos acercamos a la feria entre el bullicio de grupos infantiles, de jovenes atolondrados, de sonrisas de padres y ojos brillantes de pequeñuelos emocionados.
Nos embriagamos con las luces de colores, los parpadeos y las atracciones que hacen que nos paremos antes de saber qué hacer.
Es el fin del verano y hay que celebrarlo. Las Hadas lo festejan danzando alrededor de túmulos verdosos, cantando tonadillas, bebiendo de los jugos de las frutas, saltando y dando volteretas, dejando que sus corazones se llenen de jubilo.
Nosotros, simples y mortales, humanos defectuosos, nos contentamos con brillos articiales y algodón de azúcar.

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