martes, 19 de julio de 2011

En el mar

Oteando el horizonte decide acercarse poco a poco al agua. Anochece pero a lo lejos llegan las luces de los barcos, y tras ella los faroles en el paseo marítimo. Algunos van y vienen, jóvenes que ríen, muchachos de aspecto indolente, niñas monas que acarrean bebidas para el grupo. Algunas parejas sentadas en la arena deciden no prestarla atención. El mar ya lame sus pies desnudos. Un perro ladra en la lejanía y alguien ríe espasmódicamente. Las olas arremeten contra sus muslos, mientras se desliza el vestido, que cae al agua. Desnuda ya, siente la carne de gallina. Ya casi nota el sabor salado en sus labios. Dos chicos se han fijado en ella y la señalan con el dedo entre risitas. Por fin se lanza al agua que la acoge entre sombras y espuma.
Los chicos observan, esperando que resurja su cabeza de pelo oscuro, esperando quizá que al salir del agua se perfile un pecho o una nalga entre la oscuridad nocturna. Pasa el tiempo, los chicos se cansan y se van, al fin y al cabo no se ve bien, seguro que ya salió en otro lugar de la playa, ¿puede que se ahogase? No, seguro que no.
Y en las tinieblas humedas ella danza en remolinos, burbujea al son de las corrientes, nota las escamas en su cuerpo.

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