Lobito se acurruca sobre mis piernas, empieza a ser demasiado grande y sé que un día deberé dejarle en el suelo. Lobito no se parece a Lobo, Lobito es prudente y cariñoso. Lobito es un alma cándida, parece un cordero y no un lobo. Lobito se refugia en mis brazos y me mira comprendiendo. Lobito no puede llamarse lobito, es demasiado nombre para un cachorro casi peluche. Pero Lobito mordisquea, como negándose a serlo. Ay Lobito, un día me acompañarás al país de los sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario