sábado, 22 de octubre de 2011

Caudillo XX

Artus había batallado duramente durante varias semanas. Habían vencido pero los campos se habían teñido de sangre. Gracias a sus tácticas y sobre todo a la caballería bien armada, la victoria se había logrado. Tampoco se olvidaba del apoyo en el último momento del caudillo Leodegán de Carmelida, quien se unió a las tropas de Artus temiendo que si eran vencidos los invasores saquearan sus tierras.

La batalla de Badon iba a ser nombrada en numerosos cantos, citada como el gran auge del cabecilla Artus, su gran hazaña. El orgullo de las aldeas bajo la protección del rex se hizo patente, y allí por donde pasaba para regresar a su hogar era recibido con manjares y banquetes.

Morgana y Merlín le recibieron a la entrada de sus tierras, le vitorearon y las lágrimas de alegría escurrieron por las mejillas de la mujer del caudillo. Artus no llegó a sonreír, les miró apesadumbrado y se dejó abrazar por su esposa sin apenas dirigirle la palabra o la vista.

Tras los festejos de recibimiento la Gran Sala había quedado casi vacía. Sólo Keu, Merlín, Morgana y el propio Artus continuaban bebiendo entre risas, aunque sin las de su señor, más hosco de lo habitual.

- ¿Qué te sucede?.- preguntó por fin su consejero y hermano de leche.

Artus se mantuvo en silencio, pero cuando notó a su mujer sentada a sus pies, intentando agarrarle la mano, con el ceño arrugado de preocupación por fin se decidió a hablar.

- Tengo que repudiar a Morgana.- fueron todas sus palabras, apagadas ante el grito aterrorizado de la hermosa mujer.

- Pero niño, ¿qué dices?.- preguntó asombrado Merlín

- Leodegán sólo pactó conmigo porque me prometí a su hija.

- Sólo tiene 7 años.- masculló Keu.

- Y por eso esperaremos a consumarlo. Pero me casaré con ella lo antes posible.

- ¡Morgana es ya tu mujer!.- exclamó indignado el mago.

- Morgana es mi hermana, eso todos lo saben, jamás debimos unirnos. Deberá irse antes de que se celebren los esponsales… o las huestes de Carmelida la asesinarán.

- Me destierras.- sollozó ella.

- Así es, debes irte, te repudiaré oficialmente mañana.

- ¡Exactamente igual que tu padre Artus! Te he aconsejado y apoyado, pero vuelves a caer en los mismos errores que Uther. Si la destierras a ella yo mismo la acompañaré aunque fuese al fin del mundo, haré lo que tú no quieres hacer.- Merlín se levantó presó de una ira que jamás llegó a imaginar, todo aquello que pudo sentir por Uther le desbordaba ahora en contra de Artus. Acercándose a Morgana la agarró de las axilas y la levantó, sujetándola después para alejarla de aquel Artus que regresaba sin parecer él.

- ¡Artus mírame!.- rogó ella, en brazos de su hermano Keu y asida por Merlín.- ¡Mírame te lo imploro! ¡Artus! ¡Artus! ¡Soy tu mujer! ¿En qué te he ofendido?

Artus se levantó sin mirarla y se alejó sin decir palabra, dejando que Morgana se sintiese desfallecer, llorando y reclamándole, retorciéndose entre los brazos de aquellos que la sujetaban. Soltó un alarido que parecía un presagio horrible, espectro de su corazón que de tanto dolor parecía que se fuese a parar.

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