martes, 25 de octubre de 2011

Caudillo XXIII

Merlín se sentía muy agradecido a la mujer de rubio cabello. Había indagado por el pueblo pero todos decían no conocerla, por fin una mujer le comentó que vivía en un bosque cercano, como una salvaje. Pertenecía a una familia de matronas muy reputadas, pero había caído en desgracia. Nadie le dijo por qué.

Merlín decidió llevar un pequeño regalo, plantas medicinales, algunas con capacidades sedantes, algo que pensó sería de utilidad para alguna parturienta dolorida. Se perdió unas cuantas veces antes de encontrar una cabañita en un claro del bosque. La mujer, de alta estatura y labios gruesos, acudió en cuanto escuchó los pasos sobre las ramas del suelo.

- ¿Viviana?.- preguntó el mago.

- Niniana, aunque también me puedes llamar así, el nombre no importa.- le saludó ella tendiéndole la mano.

- Niniana, claro… Quería agradecerte…

- Que ayudara a tu mujer, sí, no te preocupes.

- No, no es mi mujer.- dijo él presuroso.- Es mi… mi ahijada

- Ah, tu ahijada.

- Sí, sí, es una larga historia, su marido la repudió.

Niniana asintió, comprendiendo y por fin sonrió al viejo.- ¿Una infusión?

Merlín asintió siguiéndola al interior.

- ¿Cómo es que vives tan alejada de los demás? Sobre todo con tus artes… muchas mujeres te necesitarán.- La mujer sonrió formando unas pequeñas arruguitas en la comisura de sus labios. En el interior de la casa un pequeño de unos cinco o seis años masticaba un cuscurro de pan.

- Por él.- dijo ella señalando al pequeño.- Me quedé embarazada sin estar casada, los rumores en seguida se hicieron eco con las peores historias, ninguna mujer me quería cerca. Podría ser de uno de sus esposos, o podría ser yo capaz de engendrar un hijo sin hombre… No las culpo, todas tenemos miedo de perder lo que amamos.- El pequeño escudriñó al extraño y se puso en guardia con mirada fiera.- Se llama Galaad.

Merlín se inclinó ante el pequeño, ofreciéndole el saco con hierbas que traía a su madre, sonriendo dulcemente. El pequeño lo agarró y sin dejar de mirar de reojo al mago se alejó.

- ¿Y entonces quién es su padre?

Ella sonrió y le guiñó un ojo al niño que por primera vez habló.

- Es el dios Lug y mi madre una ondina que por mi tiene que vivir en tierra. Mi padre se enamoró de ella porque su cabello es como el sol, igual que Lug. Cuando crezca volveremos al palacio bajo el agua que mi mamá tiene. Cuando yo sea mayor para valerme y respirar agua, claro.

- Claro.- afirmó Merlín riendo.- Cómo pude no ver que tu madre era una ondina, es la más hermosa de todas las hadas que jamás conocí.

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