domingo, 11 de septiembre de 2011

Caudillo XI

Morgana miraba las nubes flotando erráticas en el cielo azul, Artus apoyaba la cabeza en su estómago mientras se lanzaba bayas a la boca. Se oía el rumor del río, donde Keu se estaba bañando intentando salpicar al perro mastín de la familia, un noble animal que a pesar de haber cumplido 7 años seguía prestándose a los juegos de los niños.

- ¿Por qué miras tanto el cielo, Morgana?.- preguntó el pequeño Artus mientras masticaba con los carrillos llenos

- Es bonito y raro ¿Qué crees que son las nubes? A mí me recuerda a la mantequilla cuando se está batiendo.

La voz de su madre les obligó a dejar de lado sus cavilaciones, avisaba de la pronta llegada de Merlín. La chiquilla salió corriendo descalza, brincando por los prados hasta avistar el corcel oscuro del mago. Del pelo se desprendían margaritas que los pequeños la habían trenzado entre sus mechones, parecía la imagen de un hada rodeada de flores, con las mejillas rojas por el esfuerzo y la piel pálida como la luna. Al llegar a la altura de Merlín le obligó a bajar del caballo para lanzarse sobre él en un abrazo cuajado de besos.

- Merlín, te he echado de menos, hacía mucho que no venías a casa.

- Pequeña mía, he estado muy ocupado, Uther ha estado muy enfermo.

Artus llegó tras ella, era un niño atlético y despierto, pero poco dado al aprendizaje, no como sus hermanos que añoraban, durante el tiempo que pasaban sin visitas, todas las maravillas que el mago les contaba. Aun así sentía mucho aprecio por Merlín, que no cesaba de recordarle quién era su padre y qué futuro podría llegarle si su padre no se casaba de nuevo y engendraba otro varón, cosa poco probable puesto que desde que Igraine murió de parto no se habia vuelto a interesar por ninguna otra mujer. Antor acudió a recibir al invitado pero éste se negó a agarrarle las manos, que estaban cubiertas de sangre.

- He matado un cabrito.- dijo el anfitrión.- Mi mujer lo va a guisar para esta noche ¿Te quedarás?

- Me quedaré, pero Antor, no va a ser una cena agradable.

- ¿Qué sucede?.- Antor se limpió las manos en un trapo, comprendiendo que algo grave sucedía.

- Uther quiere que Artus regrese, piensa que va siendo hora de que aprenda de él, espera que los que dicen que es hijo de Gorlois y no suyo vean el parecido. Uther teme que después de su enfermedad se creen bandos traidores, si eso sucede intentaran derrocarle en favor de algún otro.

Los niños se miraron preocupados y Morgana agarró la mano de Artus apretándola con fuerza.

- Pero no te creas que Uther olvida lo que sus amigos hacen por él, Keu irá con nosotros, le comenté que era un chico muy despierto y con muchas ganas de aprender. Tu señor piensa que no le vendría mal atender a uno de los monjes que a veces viene a la Gran Sala. Es un buen hombre que sabe latín y algo de números. Será bien recibido en nuestro hogar, yo mismo me preocuparé por él. Recibirá algo que jamás habría podido permitirse.

Antor miró al pequeño de sus hijos, que hinchó el pecho como intentando parecer más fuerte de lo que era.

- Padre, estaré bien, quiero conocer el fuerte, quiero saber lo que los monjes dicen cuando se acercan con esas palabras raras y ese Dios extraño que no cree en hadas ni duendes, ni señores del bosque.- Keu sólo tenía nueve años pero tenía muy claro que no se separaría de Artus, su hermano de leche, su gemelo de alma.

- ¿Y yo?.- preguntó Morgana.- También quiero aprender.

- Quizá a la pequeña le gustase acudir a un monasterio. Dicen que están construyendo uno no muy lejos, y que admite a jovencitas temerosas de Dios.- dijo Merlin mirando a su amigo mientras acariciaba la mejilla suave de la niña.

Antor negó con la cabeza ante el estupor de la chiquilla, que empezó a lagrimear, aunque sin soltar un solo sollozo.

- Necesitamos ayuda aquí, mi mujer está a punto de tener otra criatura y después de los últimos disgustos….- Antor hacía referencia a dos abortos que su mujer sufrió.- Quiero que tenga apoyo y no quiero que se disguste, ya sabes cómo son las mujeres.

Merlín asintió. Sujetó la cabeza de Morgana que intentó desasirse para evitar que la viese llorar.

- Vendré a verte siempre que pueda, te traeré noticias de tus hermanos, te enseñaré todo lo que sé y todo lo que llegue a aprender mientras viva.

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