miércoles, 14 de septiembre de 2011

Caudillo XIII

Poco después de la muerte de Uther, Enna tuvo a su primera criatura a quien llamaron Galván. Artus envió algunos obsequios, realmente emocionado pues a pesar de haber visto en muy pocas ocasiones a su hermana apreciaba su candor y amistad, así como la alianza con Lot, quien le apoyaba en estos momentos de duda sobre la sucesión.

No eran pocos los que habían aceptado al hijo de Uther, pero unos cuantos se habían escindido y proclamaban ser los jefes de algunas aldeas alejadas, evitando así pagar tributos. Otros se habían aliado con los invasores, solicitando que debía someterse a asamblea la elección de un nuevo caudillo, con la esperanza de que surgiese uno que les beneficiase.

Gracias a las influencias de Merlín y a su sabio consejo, muchos pequeños cabecillas de aldeas, así como antiguos aliados y guerreros de Uther, luchaban al lado del joven con el lema “Una cabeza, un dragón”. Sin embargo no era fácil mantener a su lado hombres dispuestos a luchar, Artus era demasiado joven y atolondrado, pocas veces se paraba a pensar antes de actuar.

Por suerte la gran influencia de su amigo Keu, era patente, la mente reflexiva y tranquila que necesitaba.

- Artus, te digo que es cierto, el emperador Adriano fue el que mandó construir el muro, para mantener a raya a los bárbaros.- dijo un exasperado Keu.

- Pero no lo entiendo, eso tiene que ser muy costoso. Para mí que los romanos no tenían ni idea de cómo luchar.- Se rió Artus.

Merlín les escuchaba divertido, sobre todo porque pocas veces el joven Pendragón atendía a lo que se le decía y menos veces aún su amigo conseguía despertarle el interés.

- Pues deberías saber que tú tienes sangre latina, hermano.- dijo el hijo de Antor, ya casi desesperado ante las burlas y los ojos entornados del otro.

- ¿Yo? Pero eso no puede ser, mi sangre es britana. Tan pura como la tuya.

- Yo soy irlandés Artus, y tú tienes sangre de Roma. Merlín díselo.

El mago se rascó la barbilla y sopeso un tiempo si merecía la pena o no inmiscuirse, hasta que algo bulló en su cabeza.

- Efectivamente, eres casi un romano de los antiguos.

- Dejad de decir tonterías, mi madre era britana, tú mismo, Merlín, me lo has dicho muchas veces y Uther también, por eso odiaba a los extranjeros.

- Dime Artus ¿No conoces la historia de tu tío Aurelio Ambrosio?

- ¿Tengo un tío?.- exclamó el joven escandalizado.- ¿Y cuándo me lo ibais a decir?

- Murió, era el rex antes que tu padre, pero mataron a sus hijos y por eso tu padre gobernó sobre las aldeas. Y siempre actuó bajo el estandarte de Roma.

Por primera vez Artus calló, entrelazó las piernas y se sentó cómodamente atendiendo a Merlín.

- Tu abuelo conservaba una pechera con el símbolo del águila, se la legó a tu tío, fue incinerado con ella. Tu tío estaba orgulloso de sus orígenes, sabía que no hacía mucho un romano había engendrado familia con una britana. Por supuesto tu sangre no es pura, como tú mismo no lo eres, pero la fuerza y el espíritu es de águila. Eso perdurará durante mucho, mucho tiempo. Deberías estar orgulloso, como tu tío, que si hubiese podido decidir habría muerto con la espada alzada.

- ¿Cómo murió?

- Le traicionaron. Le envenenaron, no hay nada más cobarde Artus, y menos para un espíritu como el de Ambrosio. No sabes bien lo que habría dado por que le mataran en una refriega, cubierto de sangre y con el gesto torcido de ira.

- Era un hombre duro…

- Era un águila.- finalizó Merlín, alzándose y dirigiéndose hacia el exterior.

Artus le miró marchar, impenetrable mientras sus pensamientos vagaban imaginando un pasado del que poco conocía. Si él era latino, entonces debía conocer cómo eran esos malditos romanos, llevaría con honor el águila y el dragón mezclados en su sangre.

- Keu, cuéntame cosas sobre los romanos, pero no de lo aburrido, cuéntame sobre sus militares, sobre sus guerras…

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